Torre Pacheco, el odio importado: del miedo al linchamiento

Una agresión reaviva el racismo en Murcia, pero nadie se pregunta quién trae el odio y para qué. Ni quién gana con él. 


El pasado jueves 10 de julio, la noticia corrió como la pólvora entre vecinos y vecinas de Torre Pacheco (Murcia) y pueblos colindantes: un hombre de 68 años había sido brutalmente agredido por un grupo de jóvenes, supuestamente de origen marroquí. Rápidamente, sin confirmaciones ni cautela, comenzaron a circular vídeos, mensajes y llamadas a concentrarse a las 21:00 horas de ese mismo día, en la plaza del ayuntamiento. Algunos acudieron, convencidos de mostrar apoyo al agredido. Pero otros, en cambio, no fueron allí a apoyar, sino a sembrar más odio.

Lo que pasó después no fue una respuesta ciudadana, fue una operación organizada

Grupos ultraderechistas, algunos llegados desde fuera, comenzaron a aprovecharse de la indignación para canalizarla en una dirección muy concreta: el racismo. Pocos en las redes se preguntaron por qué tantos “vecinos” desconocidos llamaban a una “cacería del inmigrante” al día siguiente, el viernes 11. Tampoco cuestionaron que el lenguaje, la estética, las pancartas y hasta los cánticos eran más propios de movimientos neonazis organizados que de una reacción espontánea del vecindario.

Ese viernes, se encendió la mecha: los altercados se multiplicaron, la policía tuvo que intervenir, y Torre Pacheco se convirtió en foco de tensión y violencia. Lo que había comenzado como una preocupación legítima por un acto violento, degeneró rápidamente en un clima de linchamiento racial. Las redes sociales de pueblos cercanos, como San Pedro del Pinatar, donde vivo, no tardaron en llenarse de mensajes cargados de odio, muchos de ellos firmados por simpatizantes o militantes de VOX.

La violencia no se combate con más violencia

Como vecino ya mayor, podría pensar que lo mejor es callarme, evitar problemas, y quedarme al margen de este clima peligroso. Pero no puedo quedarme mirando cuando la dignidad humana está en juego. Y si en algo sirve mi voz, aquí va mi reflexión. Porque yo también tengo dudas. Dudas que no veo en los comentarios de Facebook, ni en los vídeos que se comparten por WhatsApp con rabia.

¿A quién quieres expulsar, Antelo?

José Ángel Antelo, presidente regional de VOX en Murcia, ha hecho unas declaraciones tras los hechos que, si viviéramos en un país serio, serían motivo de denuncia por incitación al odio. Dice que hay que deportar a todos los inmigrantes. Así, sin matices, sin respeto a la ley, sin proceso judicial. ¿A todos, Antelo? ¿También a esos inmigrantes europeos altos y rubios que vienen a operarse aquí, en nuestra sanidad pública, sin haber cotizado ni un euro? ¿También a ellos?

Sabemos que no. Que cuando Antelo habla de "inmigrantes" se refiere solo a unos: a los magrebíes, a los negros, a los que más fácil es señalar. A esos que trabajan de sol a sol recogiendo frutas y verduras para los mismos empresarios murcianos a los que él y su partido defienden con tanto entusiasmo. Esos inmigrantes no llegan en limusina. Llegan a trabajar la tierra, a limpiar, a cuidar ancianos, a hacer lo que muchos otros no quieren.

Y ahí vienen mis siguientes dudas.

Las preguntas que nadie quiere hacerse

Si expulsas a todos esos marroquíes, ¿quién va a trabajar en los invernaderos? ¿Tú, Antelo? ¿Tus compañeros de partido? ¿Los que se hacen fotos con banderas mientras otros se dejan la espalda en el campo? Y si tanto te molestan los inmigrantes marroquíes, ¿por qué no señalas a los empresarios que los contratan en el campo sin contrato y sin derechos? Esos mismos empresarios para los que estás dispuesto a reventar la protección del Mar Menor. Pero no veo a nadie de tu partido proponiendo multas millonarias a los empresarios que los contratan así.

¿Y qué pasa con el Mar Menor? Si realmente queréis que no haya inmigración, cerrad los cultivos intensivos. Pero no lo haréis. Porque el problema no son ellos. Sois vosotros, que necesitáis una excusa para no enfrentaros a vuestros amigos empresarios.

Y aquí hay algo más grave: si los echáis, los despedís sin indemnización, sin papeles, sin derechos. Así, los empresarios se ahorran dinero. Esto es lo que parece: una estrategia de mal pagador. Montáis el ruido, echáis a los trabajadores, se ahorran sueldos y luego, cuando todo se calme, vendrán otros. Así se renueva la explotación.

El odio, importado y amplificado

Lo que se ha vivido en Torre Pacheco no ha sido una protesta vecinal, ha sido un montaje político. El odio ha sido importado desde fuera, amplificado por redes sociales, por perfiles falsos y reales, por discursos peligrosos como el de Antelo o como el del líder de una empresa de desokupas que lleva años intentando desestabilizar barrios obreros en nombre del “orden”.

Y hay algo más inquietante: ¿por qué nadie denuncia estos discursos por delito de odio? Si una persona anónima en redes sociales habla de “matar inmigrantes”, le pueden cerrar la cuenta. Pero si lo hace un cargo público, ¿todo vale? No puede ser. Una democracia que permite que el racismo institucional se normalice, está en peligro.


Una estructura digital de odio

La realidad es que no ha sido una reacción surgida del pueblo, sino una operación orquestada por ultras. Como explicó Alán Barroso: “Cuando no hay propuestas, se fabrica un enemigo. Hoy es el inmigrante; mañana será otro colectivo vulnerable”.

Marcelino Madrigal, experto en ciberseguridad, lo resume así: “La ultraderecha digital ha aprendido muy bien a manipular emociones y crear enemigos. Esto no es sólo racismo espontáneo: es una operación de presión, odio y descrédito que pretende desestabilizar barrios, ayuntamientos y hasta instituciones”.

Por eso, cuando un vecino me dice “es que lo han visto todos en un vídeo”, yo le pregunto: ¿Has verificado de dónde es ese vídeo? ¿Sabes quién lo subió? Porque si no sabes eso, estás hablando con la boca de otro.

El PSOE y Podemos han denunciado ante la Fiscalía a Antelo y Abascal por incitación al odio” (Cadena SER)

Los bulos: cuando la mentira está organizada

Se difundieron imágenes de una agresión que no era en Torre Pacheco, sino en Almería. El propio agredido, Domingo, confirmó que él no aparecía en ese vídeo. También se viralizó una imagen con los rostros y matrículas de supuestos agresores. Ninguna de esas personas ha sido identificada por la Guardia Civil ni reconocida por la víctima.

Sobre esto, el analista Julián Macías señala: “El caso ha seguido un patrón típico de intoxicación informativa: se lanza un bulo, se viraliza con imágenes falsas, y se activa una red de miles de cuentas que multiplican el mensaje de odio. Es un montaje de libro”.

En San Pedro del Pinatar también se respira odio

Desde el viernes, en las redes de mi pueblo, San Pedro del Pinatar, se repiten los mensajes que ya hemos visto mil veces. “Hay que echarlos a todos”. “Ellos no respetan nuestras costumbres”. “Nos invaden”. Pero nadie se pregunta quién trajo a esta gente aquí, quién les necesita, quién se lucra con su precariedad. Las respuestas son incómodas. Por eso no se hacen.

Muchos de los que comparten estas publicaciones se declaran votantes de VOX, como si eso les diera permiso para desear la muerte de personas que ni conocen. No quiero generalizar. En mi pueblo hay también gente buena, gente justa, que está en silencio. A ellos me dirijo también. Porque callar es permitir que los gritos del odio ocupen todo el espacio.

¿Qué futuro queremos?

Yo no defiendo la violencia. La paliza al vecino de Torre Pacheco debe ser investigada, condenada y juzgada. Pero lo que no voy a hacer es culpar a todo un colectivo por lo que han hecho unos pocos. Esa lógica es la misma que usarían contra nosotros si un español comete un crimen fuera. ¿Nos gustaría? ¿Lo veríamos justo?

Lo repito: el racismo no es una solución. Es un síntoma. Un síntoma de una sociedad enferma, mal informada, manipulada por intereses que no tienen que ver con la seguridad, sino con el control del miedo.


Conclusión: Mejor no callar

No espero convencer a todos. A estas alturas, tengo claro que quien quiere odiar, encontrará razones. Pero yo no voy a callar. No me lo permite la conciencia. No vine a este lugar para estar de acuerdo con los que gritan más fuerte. Vine a vivir en paz. Y si algún día no estoy, me gustaría que alguien recordara que un vecino de San Pedro del Pinatar levantó la voz cuando el odio quiso imponerse.


La ultraderecha no quiere justicia, quiere venganza. Y necesita víctimas para alimentar su show político.” (A. Barroso)


🧠 Interpretación general

  • La agresión real ocurrió el 9 de julio, sufrió violencia física, pero fue responsabilidad de una o pocas personas. Los bulos inventaron colectivos, múltiples agresores y un relato de criminalidad generalizada La Razón.

  • Estos contenidos falsos se compartieron miles de veces en redes como Telegram, WhatsApp y YouTube, antes de que las plataformas actuaran El País.

  • Expertos como Julián Macías (Pandemia Digital) o Marcelino Madrigal (ciberseguridad) han señalado que se trata de una maniobra típica de influencia digital ultraderechista, similar a las técnicas usadas en campañas rusas El País.

  • Un editorial en Cinco Días alerta que una “expulsión masiva” supondría un “suicidio económico”: los inmigrantes representan el 15 % de la población y son esenciales para la agricultura, hostelería y sistema de pensiones cincodias.

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