Ideología ante practicismo: la lucha por la Memoria en su justa dimensión
En mi última publicación, otra vez di rienda suelta a mis sentimientos. Otra vez, como Quijote defendiendo sus principios, me lancé al campo de batalla sin pensarlo, sin tener en cuenta los posibles daños “colaterales” de mis ataques. Me levanté para defender al vulnerable frente al poderoso, empeñándome en confrontar a quienes creía culpables de una injusticia tan flagrante como esa cavidad de silencio que se abría ante la represión del franquismo. Mi indignación fue tan previsible como intensa: escribí sin pensar en el alcance, en los que me escucharían o en lo que podría significar mi reacción para otras víctimas.
Pasaron las horas, llegó la calma. Reflexioné sobre mi actitud —tan ideológica como visceral— y comprendí que había ignorado a quienes han trabajado incansablemente por hacer realidad el cambio, en un entorno hostil, reaccionario, plagado de trabas y dificultades. Amigos como Bernardo Sánchez y Mercedes Nicolás, luchadores de primera línea en la lucha memorialista, me recordaron la importancia del equilibrio entre ideales y pragmatismo.
Según me explicaron, lo logrado —la declaración de la Cárcel Vieja de Murcia como Lugar de Memoria Democrática— no es un “híbrido burgués” ni una derrota: es una victoria real obtenida contra viento y marea. Se logró en un marco político adverso, en el que contaban con mínimas opciones de éxito. Y lo hicieron respetando el espíritu de la ley: preservar celdas, muros, testimonios; integrar el recuerdo de las víctimas. Incluso quienes en el seno de la Federación más suspicaces eran, están satisfechos con esta resolución. Sobre todo, muchos familiares de los represaliados se sintieron agradecidos, porque, al fin, veían un rayo de esperanza de que sus seres queridos no caerían en el olvido.
Mi propia reacción me dolió. No por mis palabras contundentes, sino por el efecto que podían tener en quienes celebran este paso: me avergüenzo de no haber visto a tiempo que mi crítica podía aumentar la frustración de quienes ven esa declaración como una escalera hacia la reparación, no el final del camino.
No me retracto de mis ideales: creo en “verdad, justicia y reparación”. Pero sí quiero reconocer que lo obtenido es fruto del esfuerzo de muchos —Mercedes, Bernardo, familias, asociaciones— que tradujeron ideología en acción, valor en estrategia, y perseverancia en legislación. Y si bien no es todo lo que quisiéramos, es un trazo firme, un punto de inflexión.
"No todo viento que agita los brazos de un molino es enemigo; a veces, es brisa de memoria que por fin logra abrir puertas cerradas demasiado tiempo"
¿Por qué fue importante este logro?
Valor simbólico y legal
Según el BOE (20/06/2025), la declaración como Lugar de Memoria Democrática convierte a la Cárcel Vieja en bien protegido, con obligación de conservación y señalización, y da acceso a mecanismos de reparación y difusión.Protección del patrimonio y del recuerdo
Las obras de rehabilitación deben asegurarse de no destruir muros, celdas y elementos originales. La Federación ya había advertido legalmente al Ministerio y conseguido la paralización cautelar del derribo. El logro no vino de la mano del Ayuntamiento, sino de la presión organizada del movimiento memorialista.Reconocimiento de las víctimas y sus familias
Familias con expedientes y testimonios han visto cómo, por fin, se abría una puerta para que se reconozca públicamente la represión sufrida aquí. Con esa declaración, se abre también posibilidad de investigaciones y exposición de la historia real del lugar .Un triunfo del practicismo inteligente
En un escenario en el que la derecha local aspiraba a convertir el conjunto en un espacio gastronómico y de ocio, las asociaciones supieron navegar políticamente y lograr ese pequeño gran paso. El proyecto “Muros Etéreos” sigue adelante, sí, pero con garantías: no se demolerán muros esenciales, y habrá contenido histórico educativo.
Un reconocimiento honesto
Me retracto —sí, me retracto— de no haber mostrado mi respeto por ese esfuerzo. Repudio cualquier matiz de los míos que haya podido minimizar el mérito de quienes consiguieron avances reales, aunque no perfectos. Aunque mi ideario choque a veces con un resultado imperfecto, reconozco que pude equivocarme al calificar aquello como una traición. En realidad, fue una maniobra cargada de valor, justicia histórica y reparación tangible.
Y por eso, con el pecho hinchado de honestidad, agradezco a Bernardo y a Mercedes por recordarme quiénes son los héroes de esta lucha diaria. A las asociaciones, a quienes han trabajado hombro con hombro, y a las familias que, con su sufrimiento, convierten este tipo de logros en la razón de nuestra existencia como memorialistas.
El camino sigue
La pelea no termina aquí. La ley 20/2022 exige más que reconocimiento eventual. Exige:
Conservación total de los valores del lugar, sin excepciones.
Espacios educativos y de memoria dentro del edificio.
Exposición permanente de testimonios y documentos de las víctimas.
Compromisos públicos del Ministerio para supervisar las obras hasta 2026, con informes regulares.
Avance en las posibles investigaciones aquí pendientes.
Mientras tanto, abrazo la paradoja: idealistas como yo y realistas como ellos avanzamos con el mismo objetivo, cada uno con su táctica distinta, pero unidos por la verdad, la justicia y la reparación. Mi mensaje ahora es: la memoria no se juega con palabras rápidas, sino con pasos firmes, a veces modestos, hacia algo mucho más grande.
Epílogo
Como Quijote, seguiré dando la
batalla cuando la injusticia aceche. Pero no apostaré solo por la
bandera de la ideología. Aprendemos también de la lucha silenciosa,
de la estrategia paciente, de quienes vencen con medidas y esperanza.
Aquí, en Murcia, la Memoria ganó un pedazo de territorio. No es la
victoria final, pero es una victoria. Y esa merece celebrarse con
gratitud, compromiso y exigencia renovada.
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